El mundo cada vez se convence más acerca de la importancia del emprendimiento y el protagónico rol de las pymes en el desarrollo económico y social de todos los países. No obstante aún se experimentan las fórmulas de cómo hacer del ciudadano un empresario.
El mundo cada vez se convence más acerca de la importancia del emprendimiento y el protagónico rol de las pymes en el desarrollo económico y social de todos los países. No obstante aún se experimentan las fórmulas de cómo hacer del ciudadano un empresario.
De los múltiples compendios de estudios estadísticos se concluye que cerca del 85% de la humanidad tiene el deseo de tener un negocio propio, pero solamente un 14% se atreve a ejecutar una actividad de emprendimiento, siendo un resultado constante el que sólo el 6% de los emprendimientos primarios (montar un negocio propio de cero) arriba al éxito (entendido como éxito una duración empresarial de al menos 3 años). Por otro lado tenemos que la fórmula de la franquicia pareciera estar dando resultados si consideramos que la tasa mundial de unidades franquiciadas que arriba a los 5 años de operación es del 80%.
Creo que es hora de juntar las piezas del rompecabezas y convencernos de que una forma, quizás no la única, de aumentar la tasa de éxito es alentar a los emprendedores que lo han logrado (parte de ese 6%) a que colaboren guiando y enseñando a otros que desean montar su propio negocio y llevarlo al éxito. Diciéndolo de otra manera, esto no es más que alentar a los emprendedores exitosos a franquiciar sus negocios para que asistan a parte de ese 85% que lo desea pero no se atreve o se atrevió y no lo logró, a montar su propio negocio y a llevarlo a ser exitoso.
Volviendo a las estadísticas, vemos que ya se cuentan más de 90 mil empresas franquiciantes en el mundo (versus las 9 mil que existían hace 20 años), que se multiplican en más de 9 millones de unidades franquiciadas, demostrando el rápido crecimiento, el impacto multiplicador y el interés con que la humanidad está percibiendo al esquema.
Si a ello le sumamos que el sistema de franquicias aflora como una respuesta espontánea al agotado principio individualista en el cual se basaba el mundo empresarial, al plantear un nuevo sistema de colectivismo de pymes invitando ciudadanos a ser dueños de sus propio negocios pero jugando en equipo en función de un mismo concepto, detonando el factor de inclusión social empresarial que a su vez es exigido a gritos por la humanidad, entonces podemos concluir con una dosis de filantropía que las franquicias, rompiendo muchos paradigmas, están llamadas a reivindicar la palabra empresa que ha sido receptora de muchas culpas (con o sin razón), y que podrían ser factor vital para el desarrollo social y económico de todas las sociedades.
Así es como invitamos a todos los ya involucrados, franquiciantes, franquiciados, especialistas y académicos, así como a los que aún no forman parte pero pudiesen hacerlo, a concientizar las potencialidades y a convertir los retos en un “proyecto franquicia” que se perfila como antídoto empresarial de envergaduras globales y posibles efectos trascendentales.
Manos a la obra y a colaborar cada quien con su grano de arena.
Por: Alfonso Riera